Vista: Color intenso con reminiscencias de picotas.
Nariz: Explosión de fruta negra, ciruelas, zarzamoras de campo, picotas, con toques golosos de caramelos de violeta y un fondo de pan tostado, brioche y panettone. De gran franqueza y complejidad.
Boca: Roza la perfección con una entrada suave y elegante que da paso a una inusitada gran carga frutal. Increíblemente expresivo, destaca por su sensual intensidad. Estructurado y largo, llama la atención la nobleza del tacto de sus taninos que tapizan el paladar, con un suave final fresco, casi vegetal, que equilibra y armoniza de forma precisa su frutosidad.
Temperatura de servicio: Se recomienda servir a 16 ºC.
Consumo: Hasta 2026 si se conserva en óptimas condiciones. Desarrollará su potencial durante los próximos 3-5 años para después afinarse en botella.
Descripción: Viñedos situado en una vaguada rodeada de pinos. Estos árboles protegen a la vid de los vientos favoreciendo su crecimiento.
Suelo: Calizo, blanco y luminoso.
Clima: Continental. En otoño-invierno se registraron 360 litros de lluvia, por lo que la capa freática llegó a su máxima capacidad desde enero. Abril se caracterizó por ser muy lluvioso y frío, al igual que mayo. Hubo un retraso en la brotación que no se generalizó hasta la tercera semana de mayo. Hasta mediados de mayo no empezó a hacer un poco de calor, registrándose un par de heladas los primeros días que no afectaron porque la viña no había brotado. Los meses de verano fueron cálidos y secos, lo que hizo avanzar el ciclo de la viña que venía muy tardío. Además, las humedades relativas tan bajas favorecieron que las enfermedades de la viña prácticamente ni existieran. El envero arrancó a primeros de agosto para el Tempranillo, el resto de variedades entre 10 y 15 días más tarde. Septiembre fue el más cálido de la historia de Abadía Retuerta, con máximas superiores a los 30 ºC.
Envejecimiento: Crianza de 16 meses y medio en barricas de roble francés.
Embotellado: En mayo de 2018.
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