Sutil, pálido pero con la vivacidad brillante de lo que está vivo.
De repente aparece la aceituna verde, que se acompaña de un arraigado recuerdo de infancia, de tardes de sol y pega-dulce roja.
El entorno manda en los vinos que le respetan: emanan notas de almendra verde y de una jugosa naranja, que se encuentran envueltas de un recuerdo salino que se aferra a su terreno calcáreo.
La boca es golosa y nos marca una juguetona dulzura que luego veremos que no es más que un agradable espejismo.
El vino enfila una acidez que tira del vino con precisión, la boca amplia y nos da una riqueza gustativa excelente que nos permite disfrutar de: la jugosidad de las fresas, la sedosidad de las cerezas, el crujiente de la manzana roja, la suavidad del higo fresco, el hechizo del hinojo salvaje, la seriedad de los anises y el toque jugoso de una naranja soleada.
La sedosidad de la Terra Alta dentro un sorbo de vino.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.